El yacimiento de petróleo español con pozos autosuficientes sigue huérfano pese a tener reservas de crudo

El yacimiento de petróleo español con pozos autosuficientes sigue huérfano pese a tener reservas de crudo

  • El campo de Ayoluengo alberga todavía millones de barriles de crudo
  • Su petróleo es rentable y comerciable en el contexto actual del mercado
  • España necesita importar 1,2 millones de barriles de crudo cada día 

España ha sufrido históricamente un déficit energético grave. La casi inexistente producción doméstica de petróleo y gas natural supone un lastre importante para la cuenta corriente de la balanza de pagos (que está conformada por las exportaciones menos importaciones de forma muy resumida). Esta situación tiene difícil solución. No obstante, todo hace indicar que, aunque la tuviera, España no la aprovecharía, tal y como revelan algunos precedentes. Aunque sea anecdótico, por las pocas reservas de crudo que albergan, España tiene un puñado de pozos de petróleo que en la actualidad serían rentables explotar. Con los precios actuales del crudo y gracias a la autosuficiencia, el campo de petróleo de Ayoluengo, el ‘petróleo español’, aunque muy escaso, sería comercialmente explotable. Sin embargo, desde hace 7 años, este campo y sus pozos se encuentran huérfanos.

El campo de petróleo de Ayoluengo es y ha sido un icono de la industria de hidrocarburos española. Se encuentra en el municipio de Sargentes de la Lora, en el norte de la provincia de Burgos. El campo fue descubierto el 6 de junio de 1964 por AMOSPAIN, un consorcio formado por las compañías norteamericanas Chevron y Texaco junto a CAMPSA, por entonces una empresa estatal. En enero de 1967 el Estado les otorgó la concesión de explotación de hidrocarburos denominada ‘Lora’ por un periodo de 50 años.

Este hallazgo se convirtió en la esperanza de la comarca e incluso de España, un país que apenas produce materias primas. Aunque al final la producción de Ayoluengo ha quedado en nada, es cierto que en sus mejores días se llegaron a bombear hasta más de 5.000 barriles de crudo diarios (el pico de producción fue en 1969 con 5.268 barriles/día), según revela a elEconomista.es Carlos Gallo, alcalde de Sargentes de la Lora (Burgos), y una de las personas que más ha luchado por mantener operativos estos pozos, que en su día generaban más de 20 puestos de trabajo directos y se habían convertido en una actividad principal de la comarca en la lucha contra la despoblación.

Aunque hoy se encuentra huérfano, su actividad se ha mantenido hasta hace ‘cuatro días’. En enero de 2017 –y después de 50 años de producción comercial- Ayoluengo aún seguía activo, con una producción diaria de unos 100 barriles de petróleo, habiéndose extraído un total de casi 17 millones de barriles. Este campo, pese a su baja producción, era interesante para casi cualquier empresa del sector dispuesta a generar beneficios.

Las ventajas del petróleo de Ayoluengo

Estos pozos tenían algunas ventajas interesantes para su explotación. Quizá la más curiosa era (y seguiría siendo si estuvieran activos) su autosuficiencia, lo que reducía sobremanera los costes operativos de la actividad extractiva. El mecanismo inicial de producción del yacimiento era en gran medida natural, por expansión del gas en solución. Esto quiere decir que el crudo salía a la superficie inicialmente por la propia presión del gas en el subsuelo. Una vez perdida la presión, era necesario usar los ‘caballitos’, que son, básicamente, un mecanismo de producción mecánica que, mediante un movimiento de balanceo, bombea a la superficie tanto el petróleo como el agua que hay en un pozo (el gas no necesita de ayuda para su extracción).

Este movimiento de balanceo se consigue mediante un motor de rotación que, a través de un ingenioso mecanismo, convierte la rotación en un movimiento oscilante. Inicialmente, la producción de gas, petróleo y agua en Ayoluengo era enviada desde los pozos productores, cada uno conectado por su propia tubería, a las instalaciones de producción, donde tras un sencillo tratamiento se separaban los tres fluidos. El gas se enviaba de vuelta mediante otra tubería a cada uno de los ‘caballitos’, donde éste era utilizado como combustible para accionar los motores de rotación. De una forma burda y sencilla, se puede decir que estos pozos de petróleo ‘funcionaban solos’, es decir, eran totalmente autosuficientes.

El eficiente aprovechamiento del gas producido en el campo como alimentación a los motores de las bombas de los pozos hacía que los costes operativos de Ayoluengo fueran muy bajos, lo cual permitió que el campo siguiera siendo rentable, incluso a pesar de la pequeña cantidad de crudo que se producía antes de que en enero de 2017 expirase la concesión de explotación.

A medida que el gas iba perdiendo presión, los pozos de Ayoluengo veían reducida su productividad. Esto explica, en buena parte, que la producción del campo pasara de algo más de 5.200 barriles diarios en 1969 (pico de producción) a los poco más de 100 barriles que se bombeaban días antes de su cierre, comenta Gallo.

La polémica del petróleo español

Pese a estas ventajas, Ayoluengo no ha sobrevivido. La solicitud de una prórroga de la concesión de explotación ‘Lora’ por parte de la última compañía operadora del campo no fue otorgada por el Gobierno. La cuestión es, si el campo de Ayoluengo y sus pozos de petróleo eran rentables y generaban empleo en una comarca que se encuadra dentro de lo que podemos denominar como ‘España vaciada’, ¿por qué no se ha seguido operando este campo?

Esta instalación dejó de producir en enero de 2017, sin embargo, el campo no se cerró porque se hubieran agotado las reservas o porque no fuera rentable, sino por la extinción de una concesión que no fue prorrogada por el Gobierno. La compañía operadora entonces, Compañía Petrolífera de Sedano S.L.U. (CPS), filial de la británica Columbus Energy Resources, abandonó temporalmente las operaciones a la espera de que fuera anunciado un nuevo concurso para operar el campo, una promesa del Gobierno de entonces que nunca llegó a hacerse realidad. La aprobación de la Ley de Cambio Climático y Transición Energética en mayo de 2021, que no permite el otorgamiento de nuevos permisos de investigación, exploración y concesiones de explotación de hidrocarburos en todo el territorio nacional, ahora dificulta legalmente su nueva puesta en producción.

La Ley de Hidrocarburos marcaba la finalización de la concesión tras 50 años de vigencia y en enero de 2017, el Gobierno alegó que no tenía capacidad legal para prorrogar la vigencia de la concesión que CPS había solicitado. Una vez denegada la prórroga, el Ministerio para la Transición Ecológica comunicó a CPS la posibilidad de lanzar un concurso público para una nueva concesión de explotación del campo y poder retomar la actividad. Sin embargo, el 31 de octubre de 2018 se hizo pública una Resolución de la Secretaría de Estado de Energía por la que se instaba a la compañía operadora CPS al desmantelamiento total del campo, a pesar de que aún podía quedar por extraer el petróleo remanente, estimado en unos 3 millones de barriles, nos explica el alcalde de Sargentes de la Lora.

El giro de las políticas nacionales y europeas, buscando una transición hacia la energía verde, cambiaron por completo las perspectivas de futuro para Ayoluengo. Aunque esta política puede parecer coherente con una reducción en el uso de combustibles fósiles, España sigue importando cada día más de un millón de barriles de petróleo (alrededor de 1,2 millones cada día) para satisfacer las necesidades de la economía nacional. Desde el Gobierno aseguran a elEconomista.es que ellos solo han mantenido la decisión del anterior ejecutivo de poner fin a las operaciones y aseguran no saber nada de las conversaciones previas a su llegada al poder.

El fin del petróleo en España, confirmado

Finalmente, la publicación el 22 de octubre de 2022 de una Orden Ministerial declaró la extinción de la concesión de explotación ‘Lora’, dentro de la cual se encontraba el campo de Ayoluengo. El Ministerio para la Transición Ecológica procedió a la ejecución de la garantía bancaria ante la falta de cumplimiento de obligaciones por parte de CPS, que se había declarado en concurso de acreedores en octubre de 2021, por lo que con toda seguridad la ejecución y costes del desmantelamiento de las instalaciones y el abandono definitivo de los pozos deberán correr por cuenta del Estado.

Así, el empleo que generaba el campo de Ayoluengo ya no está presente, pero el petróleo sigue muy vivo. Carlos Gallo se lamenta porque esos puestos de trabajo, aunque pocos, eran fundamentales para anclar la población en uno de los lugares de España que lleva años sufriendo una intensa despoblación. Aunque todo hace indicar que no hay marcha atrás, la ‘herida’ no está cerrada del todo.

Por ahora, estos pozos se encuentran huérfanos (no están sellados y abandonados en su totalidad). CPS tenía la obligación de desmantelar el campo, pero obviamente les resultaba mucho más caro desmantelar y cerrar la explotación, que perder la garantía de 9.573,47 euros que había presentado la empresa para responder al cumplimiento de sus obligaciones, según revelan fuentes del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Finalmente, la empresa se declaró en quiebra y desapareció. La empresa matriz de CPS, Columbus Energy Resources, se fusionó en agosto de 2020 con la compañía británica Bahamas Petroleum (ahora Challenger Energy Group.) con activos en Trinidad y Tobago y ya no existe como tal.

Así que ahora deberá ser el Gobierno central el encargado de asumir el coste para cerrar y sellar esos pozos, de los que algunos, al no haber sido debidamente cerrados en su momento, están emitiendo gas natural (metano) a la atmósfera. El Estado se quedó con el aval o garantía, aunque el coste de desmantelamiento de las instalaciones, la remediación ambiental, el taponado y abandono definitivo de los pozos va a ser considerablemente superior.

La Administración se incauta así de la garantía señalada y debería llevar a cabo la ejecución subsidiaria para el abandono definitivo de los pozos del campo y del desmantelamiento de sus instalaciones remanentes, pero estas operaciones podrían retrasarse algo hasta que culmine el concurso de acreedores de CPS, según revelan fuentes del Ministerio para la Transición Ecológica a elEconomista.es. Otro ejemplo de desmantelamiento de pozos en España es el que se está llevando a cabo en la plataforma de Casablanca.

El tiempo corre y tras quedar huérfano, el campo ha sido víctima de actos vandálicos que comenzaron a degradar sus instalaciones y atractivo turístico. Carlos Gallo pidió ayuda al Gobierno de España y a la Junta de Castilla y León. Fue el gobierno autonómico el que declaró en marzo de 2022 el campo petrolífero de Ayoluengo como Bien de Interés Cultural (BIC), lo que detuvo la conversión en chatarra de los icónicos ‘caballitos’ (las bombas de extracción de petróleo) y apoyó la conversión de la zona en una suerte de museo al aire libre donde se exhibe parte de la historia petrolera de España. “Salvamos nueve de los 15 ‘caballitos’ que estaban en marcha”, asegura el alcalde.

Carlos Gallo comenta que el subsuelo de este campo podría reaprovecharse para almacenar hidrógeno, “existen muchísimas alternativas para este tipo de campos”, asegura el alcalde. Ahora mismo, en la situación en la que se encuentra no ayuda a nadie. “Hay cinco pozos en estos momentos que están emitiendo cantidades considerables de metano a la atmósfera”. Este, pese a ser un gas de efecto invernadero, más potente que el CO2, no resulta peligroso para los ciudadanos ni para los visitantes del museo.

El alcalde destaca que, aunque se sellen y se abandonen los pozos, el campo seguirá teniendo gran interés turístico con el Museo del Petróleo, único en España, y los ‘caballitos’. De los 52 pozos de petróleo que había inicialmente, algunos ya están sellados, pero aún quedan muchos pozos abiertos y una gran infraestructura de tuberías (oleoductos y gasoductos de pequeño tamaño) que se utilizaban para mover el petróleo y el gas que se extraía. Aunque toda esta industria haya pasado a la historia, la declaración de Bien de Interés Cultural por parte de la Junta de Castilla y León permitirá la preservación de este trocito de historia.

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